jueves, 1 de enero de 2009

Una gema para acrecentar vida y sabiduría

Una gema para acrecentar vida y sabiduría

Alabanza a Tara blanca

por Gyalwa Gendun Drub, primer Dalaï-lama (1391-1474)

Reverencia al femíneo buda, hermoso de juventud,
sentada sobre asientos de la naturaleza del loto y la luna,
que disemina inmaculada compasión y conocimiento,
que atrapa el irradiar de las montañas nevadas.

Reverencia a la Joven de turgentes senos,
un rostro y dos brazos, sentada en la postura vajra,
graciosa y calma, tiene por respaldar una luna llena,
y está llena de gran bienventuranza.

Reverencia a la Últimamente graciosa, cuya mano derecha
-que muestra el mudrâ del Supremo don-
desata fácilmente karmas de paz, incremento, poder e ira,
así como los ocho siddhis y la Budeidad suprema.

Reverencia a la Madre espiritual que da nacimiento a los budas
pasados, presentes y futuros; cuya mano izquierda,
que sostiene un loto azul, concede protección
contra leones, elefantes, incendios y los ocho pavores.

Reverencia a la Refugio del mundo, que tiene ojos
en manos y pies, que miran hacia las cuatro puertas de la Liberación;
y que conduce a todos los seres vivientes
hacia la isla de la bienaventurada Liberación.

Reverencia a Ella, cuyo rostro reúne
la belleza de un millón de lunas de otoño,
cuyos amplios ojos miran con compasión,
cuya gozosa boca sonríe con igualdad hacia todos.

Reverencia a Ella, con la cabeza adornada por la vida infinita de Amitâyus,
de quien el simple pensamiento concede vida y sabiduría;
cuya mano en el mudrâ de la contemplación
sostiene un jarrón lleno de ambrosía de la inmortalidad.

Reverencia a la Toda bella, cuya corona
hurta la luz del sol y de la luna;
cuya cabellera de zafiro tiene una mitad anudada en la cima
y la otra cae libremente sobre sus hombros.

Reverencia a la Majestuosa radiante con preciosos ornamentos,
cuya corona, pendientes, collares, brazaletes,
muñequeras, tobilleras y faja, tan elegantemente dispuestos,
superan los ornamentos de dioses y humanos.

Reverencia a Ella de celestial vestidura,
cuyas prendas superiores
su cuerpo abrazan, como los arco iris
las montañas de cristal abrazan.

Reverencia a la Diosa ante cuyos pies de loto
Vishnu, Indra, Shiva, Brahma, antidioses, espíritus,
hombres, semihumanos y todo el orbe
por sí mismos se someten con devoción.

Por el simple hecho de recitar tu mantra,
aquellos que ofrendas hacen a tus pies de loto,
inmortalidad, sabiduría y mérito adquieren,
y logran todos los deseados siddhis. Hacia Ti me inclino.

El conocimiento, compasión y acciones perfectas de todos los budas
aparecen bajo la forma de la Bella diosa.
En Ti me refugio y ofrendo mis plegarias;
te ruego que elimines todos mis obstáculos y colmes todos mis anhelos.

Prestamente desata tu perfecta acción de paz,
aquietando todas las interferencias a mis prácticas para la iluminación,
interferencias tales como los ocho pavores,
la enfermedad, los demonios y otros agentes nocivos –internos y externos-.

Prestamente desata tu perfecta acción de incremento, que multiplica
todas las buenas cualidades, tales como la vida, el mérito, la compasión sin prehensión, y el meditar;
la inmaculada sabiduría de aprender, contemplar y meditar,
y los tres más altos adiestramientos.

Prestamente desata tu perfecta acción de fuerza,
que causa que los dioses, humanos y espíritus
ante ti se inclinen con humildad,
y que colma todos los deseos de la mente.

Prestamente desata tu perfecta acción airada,
la que con castigos proporcionales a los daños cometidos
destruye demonios, interferentes y obstaculizadores
opuestos con odio al buddhadharma y sus tenientes.

Ruego: concede rápidos y fáciles logros de siddhis,
tales como el de la espada mágica, la mística medicina ocular, el presto andar,
la píldora de alimento y el jarrón precioso,
e incluso el más alto siddhi, mahamudrâ.

En breve: de ahora en adelante, hasta la Iluminación,
respetuosamente hago ofrendas a tus pies de loto.
No necesito otro refugio;
por compasión mira hacia mí y concede prestamente protección.

Que por la virtuosa energía de esta práctica,
la Trascendente perfecta Tara
vea por mí por siempre con placer,
y nunca, ni por un momento, me abandone.

Que todos los seres sensitivos tras la muerte renazcan
ante Amitayus, en Sukhâvati, Tierra de dicha pura;
que vivan en los modos de los grandes bodhisattvas
y que lleguen a igualar a Avalokiteshvara, el Señor de Compasión.

Que llegue a comprender los océanos de sutras y tantras
para poder transmitirlos a otros;
y hasta que el samsâra sea vaciado, luche
por enarbolar el estandarte de victoria del practicar exactamente según se me enseñó.

traducción de Lobsang Dawa, Costa Rica 2133

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